“Solo con el corazón se puede ver bien. Lo esencial es invisible a los ojos”
Estas son palabras unidas en una frase, que nos regaló Saint-Exupéry en “El Principito”, y transmiten algo muy profundo que además toca nuestro interior.
Las palabras tienen un poder del que por lo general no somos conscientes.
¿Alguna vez te sentiste herido o afectado por palabras dichas por alguien o tuviste la impresión de que una palabra que salió de tu boca dañó a una persona?
No me refiero aquí a insultos directos, sino a pensamientos o ideas que transmitimos a los demás o recibimos de cualquier otra persona a través de la palabra, del lenguaje.
Creo que ningún ser humano es ajeno a la experiencia de sentir el daño o por el contrario la fortaleza y alegría que pueden surgir de una palabra.
En sí, una palabra no podría hacer un daño físico. Son solo símbolos que se transmiten a través de una onda de sonido. Sin embargo llegan al “corazón” y repercuten en el cerebro y el cuerpo en general.
Cuando un joven o un niño recibe palabras como “sos un inútil”; “no llegarás a nada en la vida”; “no sirves para nada”, le estamos robando su alegría y quitando su fortaleza para construirse y edificar su futuro.
Claramente hay distintas sensibilidades, diversas formas de ser afectados por las palabras. Algunos sienten más que otros. Y por eso algunos daños son casi irreversibles, como lo que puede provocar el bulliyng. Aunque siempre hay lugar para transformarse y curar esa herida.
Así como hay palabras que dañan, podemos tener memoria de otras dichas por nuestros padres, amigos o hasta una persona no tan cercana, que fueron un bálsamo para el alma y siguen produciendo en nosotros grandes beneficios cada vez que las recordamos.
Las palabras tienen ese poder de sanar y herir, de unir o dividir, de inspirar o sumir en la tristeza
Expresan lo que está en el corazón: odios, resentimientos, enojos, arrogancia, pero también amistad, ternura, comprensión, humildad y amor.
Muchas veces, afectamos a otras personas -positiva o negativamente- sin saberlo, sin haber tenido la voluntad de hacerlo. Pocas veces nos detenemos a reflexionar lo suficiente lo que decimos o cómo lo decimos.
Es intenso y penetrante el poder de la palabra.
Pensemos un ambiente donde las palabras sean siempre ásperas, lejanas y frías, donde las palabras sean duras o solo transmitan insultos.
Pensemos ahora en otro ambiente donde las palabras desprendan ternura, comprensión, consuelo y ayuden a superar desafíos. Palabras que enseñen, que demuestren respeto por la dignidad del otro.
¿Cómo nos comunicamos con los demás?
¿Somos conscientes del poder de las palabras? Nuestra vida en comunidad será más plena y viviremos en comunidades más amables con palabras como las que nos regala “El Principito”.
Si quieres puedes compartir en los comentarios, palabras y frases que inspiran, unan, fortalezcan, palabras que te hayan servido en tu camino por la vida.