EL TRATO A NUESTROS ABUELOS

¿Alguna vez viste una mirada de tristeza en una persona anciana? Quizás la mayoría de nosotros la experimentó. Cada uno de ellos tiene su propio dolor, nostalgia o desilusión, que hace que esa mirada se pierda sin un horizonte que la contenga.


Esa tristeza puede aparecer cada tanto como una emoción que es parte de su condición humana, pero lamentablemente también cuando es causada por el abandono o el mal trato.


En junio, por el día mundial de la toma de conciencia del abuso y maltrato en la vejez, se realizan diversas actividades para hacer visible esta tremenda realidad pero también es muy útil para que nosotros asumamos nuestra tarea de tratar mejor a nuestros abuelos y no ser causantes también de sus tristezas.


No hablo aquí, de los delitos de abusos y maltratos a nuestros queridos viejos, cuando les roban, o los violentan física o psicológicamente , sino de cómo nosotros podemos aprender a cuidarlos y atenderlos mejor.


La soledad y el abandono en la que se encuentran muchas veces es consecuencia de la falta de cariño de los propios familiares. Nos olvidamos, literalmente, que ellos están ahí, esperando nuestra llamada, pasar un tiempo con nosotros, que los escuchemos sobre sus achaques, sobre sus historias que quizás repiten una y otra vez.


Quedan arrumbados como un mueble viejo, sin que nadie los haga reír, les regale una sonrisa o un abrazo que es un signo de amor, de que esa persona nos importa. A veces están con nosotros pero nadie le presta atención, nadie les hace una pregunta, ahí se sienten quizás más solos, más abandonados.


No pasamos un tiempo con ellos, porque vivimos apurados. Y alguien a veces se acuerda de ir de visita. Puede suceder también, que esa visita sólo empeora las cosas porque no actuamos con ternura, somos impacientes y terminamos retándolos o solo estar, sin estar.


Ellos, con sus errores y aciertos, como todo ser humano, liberaron mil batallas y en sus años más vulnerables de la vejez no podemos cerrarles el corazón y que lo vivan con el dolor causado por la falta de amor, que es lo más amargo y duro para soportar en la vida.
Darse cuenta de esto, es el primer paso para cambiar.


Y esa llamada no es solo para los familiares de una persona mayor, sino que la recibimos todos porque en muchas circunstancias nos encontraremos con abuelos que necesitan de nuestro tiempo o ayuda. Hay muchos de ellos que están solos, no tienen familiares o si los tienen no tienen ningún contacto con ellos.


Para los que quieran hacerlo hay posibilidades de voluntariado social en centros de abuelos, hogares o visitándolos en sus casas. Hay voluntarios que van a leerles un libro, a pasar un tiempo para charlar, a sacarlos a pasear, les hacen trámites o tantas cosas que surgen de la creatividad del cariño. En cada lugar se trata de averiguar y acercarse a un programa o institución de voluntariado que trabaje allí o sino hacer esta tarea de manera individual con el vecino o conocido que está pasando por esta situación.


Algo más complejo se genera cuando en la familia hay un abuelo enfermo, con una enfermedad mental o que le impida moverse, o también cuando se convive en una casa muy pequeña.
Es un enorme desafío para la familia. En esas circunstancias se necesita recibir consejos y aprender cómo llevarlos adelante. Obviamente que cada caso es diferente pero sin esos consejos o ayudas es muy posible que por más esfuerzo y cariño que se ponga, los que lo cuidan se quiebren en todo sentido y hasta se enfermen. Hay que aprender a enfrentar esos desafíos. Ahora incluso hay mucha información en internet en este campo que se puede consultar.


Tratemos a nuestros abuelos como quisiéramos ser tratados si llegamos a esa edad. Nos dará felicidad el dar ese amor gratuito a alguien que nada tiene para retribuir. Cambiemos esas miradas tristes y eso también cambia nuestro corazón.

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